En huelga contra Dios (Joanna Russ)

Publicado el 5 de marzo de 2025, 17:57

Gonza M. Fontán (ella)

 

He tardado casi un mes de que sí que no a decidirme a escribir algo sobre En Huelga Contra Dios. He cambiado de opinión durante la lectura una vez por página. Ahora la perspectiva y el recuerdo de la lectura (que es lo que es para toda la vida, al fin y al cabo) me resultan bastante nítidos y estoy bastante segura de ellos. Las primeras palabras que escribí en goodreads al terminar En Huelga Contra Dios fueron “neurótico”, “divertido” y “desgarrador”. Leí este libro sin parar de hablar de este libro. Me interesa desgranar para vosotres y para mí por qué.

 

Digo que es un libro que leí sin parar de hablar de él porque es, efectivamente, frenético. Creo que, diferencias geográficas y de clase aparte, todas las bibolleras podemos encontrarnos en sus páginas de delirio de primer enamoramiento. La fascinación y admiración, esa sensación de que nunca antes una mujer así existió y ahora existe frente a ti. La negación, la neurosis, la frustración intentando negar el deseo que unas manos pueden producir. La sinceridad de los intentos más o menos torpes o tierno, pero fuera totalmente de las dinámicas sexuales que acostumbramos a leer, escuchar y, en consecuencia, concebir. Uso el término mujer con todas las comillas con que siempre lo usaré cuando hable desde una perspectiva lesbiana. 

El libro introduce múltiples reflexiones feministas y momentos de hartazgo a través de conversaciones aparentemente mundanas o de citas insulsas o incluso de confidencia con amigues que no siempre comparten las visiones que no comprenden. De estas reflexiones me aprece normalmente más interesante el monólogo interno que se produce mientras suceden que la reflexión en sí misma. Hay cierto estatismo binario en algunas conclusiones que sólo se entienden en una mente como esa concibiéndolo desde la más pura humanidad de la incoherencia, la contradicción y la santa manía de fingir (o intentarlo) que nuestros sentimientos no permean la teoría y viceversa. Este binarismo se diluye, de hecho, cuando el discurso es interno y en primera persona, cuando intenta entender su relación con la palabra mujer para definirse “un-otra-cosa”. Sabe desde ese momento que ha traicionado el concepto y la duda es, de nuevo, la más humana: ¿lo traicionará su enamorada también?

 

No se puede olvidar algo importante: es una novela divertidísima. Una novela que permite al lesbianismo echar una carcajada antes de enfrentarse al mundo. Es una novela de leer con sonrisa boba y nervios en un tren y guardar con cariño para siempre. Leo en alguna reseña que es una buena novela a la que le falta “memorabilidad”. A mí me ha hecho sentir, en el sentido más literal de la palabra, tantas cosas, que no creo que pueda olvidarla jamás. Además, con este título, no sólo es memorable sino que se da a la tarea de hacer memoria. Para mí, una delicia de lectura a la que enfrentarse sin intenciones, casi con la mente en blanco, para dejar que ella dibuje lo que quiera sobre sí misma y sobre ti. 

 

Hay una página (una de muchas) que me recordó a Maria y al momento en que decidimos iniciar este proyecto y ponerlo todo de nosotras sobre la mesa. La narradora describe sus sentimientos durante una charla larguísima con amigas: “tuve una impresión tan fuerte, tan nítida, tan extraordinariamente clara de nuestro acto de creación, que no podía creer que toda nuestra charla no hubiese desembocado en algo más tangible: ¿no cabía esperar (al menos) una pequeña pirámide azul sentada en medio del suelo?”. Yo escribí al lado un “wow” y dibujé esa pirámide. Siempre sentí fascinación por la escritura que consigue, efectivamente, transformar las emociones en algo tangible. ¿Qué le habría hecho pensar a Joanna Russ en la pirámide azul? ¿Tiene esto algo que ver con que fuera originalmente escrita en inglés? En inglés el color azul suele representar la tristeza y no tiene sentido aquí, pero también es azul el cielo, el mar, algunas gominolas, las banderas de un montón de países… Es la pirámide lo que me fascinó. No necesité la explicación para que me deslumbrase y encendiese algo potentísimo en mí esa elección. Sigo sin necesitarla y seguramente llegará el día en que una pirámide azul adorne mi piel. Como Esther (nuestra protagonista) en esta escena, yo siento también una conmoción para la que no encuentro palabras entre estas páginas. Entre todas y cada una de las páginas que nos regala (en el sentido más literal de la palabra) Joanna Russ en huelga contra Dios. Como nosotres. 

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios