Nuestra «cualidad del común» es sabernos acompañades

Publicado el 24 de julio de 2024, 12:38

Maria Ginestar (ella)

¿Cuántes habéis crecido sin conocer vuestros deseos o pensando que lo que sentíais o deseábais escapaba de lo quel resto sentía o deseaba? Hacer comunidad implica la validación de este deseo: no estamos soles en este mundo.


Hace un tiempo, trabajé en unas jornadas donde diferentes profesionales e investigadores planteaban sus puntos de vista sobre las cuestiones que se había elegido, todas ellas relacionados con asuntos LGTBI. Una de ellas, a quién preferiría no mencionar, hizo una reflexión en torno al concepto de “comunidad LGTBI” y por qué este era incorrecto. Exponía que, realmente, no somos una comunidad y, por tanto, cuando hablamos en estos términos, estamos errando. Hoy, casi dos años después, no puedo estar más en desacuerdo.

 

Si busco en la Academia Valenciana de la Llengua¹ la palabra “comunitat”², esta me da doce entradas. A priori, parecería que la que más encaja para definir la comunidad LGTBI es la segunda: «Grup social o conjunt de persones unides per un vincle territorial, ideològic, religiós o d’interessos»³. Pero nuestra comunidad no tiene un territorio concreto, ni unidad de ideologías - por mucho que algunes quieran hacer creer lo contrario -, ni practicamos una misma religión; y nuestros intereses son tan diversos como diversas somos las personas que la conformamos. Así, la definición con la que yo me quedaría, de entre estas doce, es la primera, «qualitat del comú»⁴, y ahora explicaré porqué. 

 

Para una persona nacida alrededor de los inicios del siglo XXI, estar rodeade de personas LGTBI no debería ser nada fuera de lo “normal” (sea lo que sea eso). Sé que hablo desde el privilegio de haberme criado en un entorno donde estas existencias nunca fueron un tabú, y que muches podrían corregirme en mis afirmaciones; pero esta ha sido mi realidad. Para muches, jóvenes LGTBI y, sobre todo, personas cisheterosexuales, los derechos LGTBI no parecen una cosa por la que se haya tenido que luchar, pues hemos nacido o crecido en un país donde estos, en su mayoría, ya existían. Solo ahora, con el auge de la extrema derecha, la homofobia y, sobre todo, la transfobia evidente, hacen que nos planteemos la gran LGTBIfobia y, de nuevo, sobre todo la transfobia a la que instituciones y sociedad someten nuestras identidades. De esta forma, vemos como fuera de nuestra burbuja de realidad personal, hay un país y un mundo, al que no podemos abastecer a educar de hoy para mañana. Por eso, es necesario reapropiarnos del concepto de comunidad y de esta «cualidad del común», hacerlos nuestros, sentirlos y protegernos entre todes. 

 

Reconocerse en otra pareja de bibolleras que pasean de la mano por la calle, en la disidencia de género que esa persona encarna o en la pulsera del arco iris que alguien lleva puesta significa mucho más de lo que a priori puede parecer. Significa encontrar un espacio seguro, une igual; significa no estar sole en este mundo. ¿Cuántes habéis crecido sin conocer vuestros deseos o pensando que lo que sentíais o deseábais escapaba de lo quel resto sentía o deseaba? Hacer comunidad implica la validación de este deseo: no estamos soles en este mundo.

 

Si pienso en cómo quiero hablar del concepto de comunidad, me aparece en la cabeza un discurso que escuché hace muchos años, en la serie de televisión noruega, SKAM  . Isaak, un chico que está saliendo del armario como gay, conversa con Eskild, otro chico gay, afirmando no ser “como él”, separándose de esa gente que “lleva medias y máscara” y que va a las manifestaciones del Orgullo. Eskild, haciendo el papel de referente orgullosa y abiertamente LGTBI que todes hemos querido ver por todos lados, le pedía “ir muy con cuidado” antes de compararse con esas personas y creerse superior a quienes, por luchar por el derecho a ser quienes son, “han elegido recibir odio, acoso y han sido golpeades”, ya que “prefieren morir, que fingir ser alguien que no son”, demostrando tener una valentía “que no todo el mundo puede entender”. Esta escena la vi por primera vez hace ya unos seis años, y desde entonces no he podido olvidarla.

 

Si pienso en cómo quiero hablar del concepto de comunidad, me aparece en la cabeza un discurso que escuché hace muchos años, en la serie de televisión noruega, SKAM  . Isaak, un chico que está saliendo del armario como gay, conversa con Eskild, otro chico gay, afirmando no ser “como él”, separándose de esa gente que “lleva medias y máscara” y que va a las manifestaciones del Orgullo. Eskild, haciendo el papel de referente orgullosa y abiertamente LGTBI que todes hemos querido ver por todos lados, le pedía “ir muy con cuidado” antes de compararse con esas personas y creerse superior a quienes, por luchar por el derecho a ser quienes son, “han elegido recibir odio, acoso y han sido golpeades”, ya que “prefieren morir, que fingir ser alguien que no son”, demostrando tener una valentía “que no todo el mundo puede entender”. Esta escena la vi por primera vez hace ya unos seis años, y desde entonces no he podido olvidarla.

 

Es precisamente este sentido de comunidad, de saber de dónde venimos y gracias a quién, de saberse igual a personas que, en un principio, parecen muy diferentes a nosotres, pero con quién compartimos un vínculo y un nexo en común. Es este nexo el que hace que respiremos tranquiles cuando nos damos cuenta de que a nuestro alrededor tenemos otras personas LGTBI; el que hace que una chica que acaba de salir del armario como trans no se aparte de tu lado en una fiesta en la que no conoce a nadie, porque sabe que contigo estará segura. Es este nexo, nuestra «cualidad del común», lo que nos configura como comunidad, y lo que nos hace ocupar un mismo espacio social. Juntes, protegiéndonos y habitando nuestra disidencia. 

 

 

¹ Este texto se ha escrito inicialmente en valenciano. 

² Comunidad.

³ Grupo social o conjunto de personas unidas por un vínculo territorial, ideológico, religioso o de intereses. 

⁴ Cualidad del común. 

⁵ Para quién no conozca esta serie, supuso una novedad en el audiovisual, pues se retransmitía por clips “en tiempo real” e incluía redes sociales de les protagonistes, dónde podías seguir lo que hacían en todo momento. Más tarde hicieron un remake de la serie en varios países, España incluida.

 

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